como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos… y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
—el tormento infinito que te debo ocultar—,
te diré sonriente: «No es nada… ha sido el viento».
Me enjugaré una lágrima… ¡y jamás lo sabrás!
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