«Ustedes dicen: 'Yo doy, pero sólo a quien lo merece'.
Los árboles no hablan así, y tampoco los rebaños.
Ellos dan para poder seguir viviendo; retener es morir.
Quien es digno de ganarse a Dios día y noche, es digno también de recibir de ustedes todo lo que necesita.
Quien mereció beber del océano de la vida, merece también llenar su taza en el pequeño arroyo de cada uno.
¿Por qué exigir que un hombre exponga su intimidad y desnude su orgullo antes de decidir si merece nuestra ayuda?
Intenten, eso sí, ver si ustedes merecen dar.
Y ustedes, que reciben, no asuman ninguna deuda de gratitud,
para que no se cree un lazo de dominio con sus benefactores.
Porque si les preocupan demasiado tales deudas, terminarán dudando de la generosidad de la tierra y de Dios,
que es de quien en verdad vienen estas dádivas».
Khalil Gibrán
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