martes, 11 de diciembre de 2012

Cual es tu misión???

Había una vez, en algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo
que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con unos manzanos,
naranjos, perales, bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era
alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un
problema: ¡No sabía quién era!.
“Lo que le falta es concentración”, le decía el manzano. “Si realmente lo
intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas. Ve qué fácil es”.
“No lo escuches”, exigía el rosal. “Es más sencillo tener rosas, y ¡ve que bellas
son!”. Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no
lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un día llegó al jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la
desesperación del árbol, exclamó: “No te preocupes. Tu problema no es tan grave.
¡Es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra!. Yo te daré la solución: “No
dediques tu vida a ser lo que los demás quieran que seas. Sé tu mismo.
Conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior”. Y dicho esto, el búho
desapareció.
¿Mi voz interior?. ¿Ser yo mismo?. ¿Conocerme?”. Se preguntaba el árbol
desesperado, cuando de pronto comprendió. Cerrando los oídos, abrió el corazón,
y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: “Tú jamás darás manzanas
porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un
rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. ¡Estás aquí
para dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje!. ¡Tienes una
misión!. ¡Cúmplela!”. Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso
a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así pronto llenó su espacio y
fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente
feliz.
Yo me pregunto al ver a mi alrededor: “¿Cuántos serán robles que no se
permiten a sí mismos crecer?. ¿Cuántos son rosales que, por miedo al reto, sólo
dan espinas?. ¿Cuántos naranjos hay que no saben florecer?”. En la vida todos
tenemos un destino que cumplir, un espacio que llenar. No permitamos que
nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro
ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario