Hace un tiempo, un buen maestro me hizo entender la diferencia básica entre una palmera y un roble. La palmera tiene raíces bien arraigadas, sin embargo, su condición hace que aunque esté fija al suelo, pueda soportar fuertes vientos y climas áridos y cambiantes, lo cual le permite sobrevivir más tiempo, y aprovechar las oportunidades que se presenten.
El roble en cambio, tiene su firmeza, estabilidad y fortaleza, sin embargo, esas mismas condiciones, lo hacen ser blanco fácil ante situaciones variantes e inhóspitas, las cuales, en caso de ser fuertes, podrían simplemente arrancarlo de raiz.
El maestro aquel siempre nos hacía referencia a una pequeña anécdota al respecto, al final de la cual nos preguntaba si preferíamos ser roble o palmera. Hoy me acordé de él, y pensando en esta enseñanza, decido ser palmera en lugar de ser roble. Si tengo valores profundos y además soy flexible y adaptable, eso me valdrá y me rendirá mayores frutos que la dureza de un roble.
Además, me da la impresión de que la palmera, decide aprender a vivir y disfrutar cada día como se lo quieran regalar, mientras el roble inamovible, intentará permanecer perenne contra viento y marea, aún sabiendo que no será algo que soportará eternamente.
Sí... definitivamente, soy palmera...
#pinceladasdepensamientos
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